Reflexionando con las palabras de Alirio Pérez (2014), en su publicación
en EL UNIVERSAL, su artículo “El Docente Venezolano” donde expresa que “El educador cumple una función
extraordinaria en todos los niveles. De hecho, debería ser una profesión mucho
mejor remunerada. En algunos países se valora tanto el rol del profesor que es
muy difícil llegar a serlo, y además recibe una
paga sustanciosa y justa por sus extraordinarios servicios. Es lastimoso
que en "tiempos de revolución" la deuda con la educación sea
abrumadoramente escandalosa.” Nos hace caer en cuenta que esas palabras
siguen vigente en la fecha actual, cada día los docentes nos encontramos muchas
veces decepcionados, debido a los altos costos de la vida, cada vez la
remuneración percibida alcanza menos, y las exigencias laborales son más. Así como
las condiciones de infraestructuras, las cuales en muchos casos nos toca
trabajar en condiciones inhumanas, con el único fin que es formar ciudadanos.
Estas condiciones, nos produce muchas veces apatía al trabajo, hoy en
día son mucha escuelas con docentes en condición de reposo, por lo tanto los
muchos los niños y adolescentes que dejan de recibir clases por periodos
temporales. Cada vez, las actividades políticas agobian a los educadores, ya
que deben cumplir directrices incluso aun cuando no compartan la misma
ideología, debido a que se reciben amenazas, en los casos de no querer
participar, tal es el caso cuando se debe asistir a marchas de cierres de
campañas en horarios contrarios a la labor diaria. Y es entonces que el
maestro, suprime sus derechos y deberes, y calla por temor a sanciones fuera de
las leyes, simplemente porque se siente amenazado.
Calatrava (2010) sintetiza de forma muy asertiva mis ideas, cuando dice que
en Venezuela, el trabajo docente es bastante mal remunerado, a pesar de haberse
alcanzado pequeños logros a través de las Convenciones Colectivas y de algunas
consideraciones emanadas del gobierno nacional; no obstante, el docente
venezolano recibe por su ejercicio un pago que no se corresponde con el trabajo
que realiza, ni con la importancia de su rol social. A decir verdad, el docente
debe sortear muchas dificultades para sacar adelante su familia porque lo poco
que devenga es insuficiente para cubrir los gastos de alimentación, vestido,
medicinas, servicios públicos, entre otros. Son contados los docentes de este
país que cuentan con satisfactorias comodidades y aquellos que tienen bienes de
fortuna es porque cuando ingresaron a la docencia ya los poseían; si bien es
cierto que hay oportunidades de adquirir vivienda, vehículos y préstamos
personales, pero para lograrlos hay que llenar una serie de requisitos
burocráticos y someterse a la interminable espera del correspondiente turno de
una larga lista de espera, tanto es así, que en el caso de vivienda y vehículo
es probable que el solicitante deba renovar los requisitos motivado a la prescripción
de los consignados al inicio.
Cabe destacar que los tiempos políticos son los que determinan la
duración de las reformas y la llegada de una nueva, ya que la orientación del
sistema educativo se dirige hacia los intereses del gobierno de turno. Cada
gobierno parece tener la necesidad de ser protagonista de un cambio, por lo que
nunca termina de establecerse un nuevo sistema educativo el tiempo suficiente
como para poder evaluar su utilidad.
De igual manera expresa que nunca antes se ha exigido tanto a un
educador como en los tiempos que corren. Incluso el ser "arriesgado",
en términos de creatividad, es una manera de poder sobrellevar los nuevos retos
que se presentan a quien ejerce el hermoso privilegio de dar clases. Es la
contemporaneidad de nuestra nación. Todo ha sido trastocado al punto de que las
situaciones inéditas se han vuelto una constante.
Es escandaloso y absolutamente inadmisible que se induzca al educador a
pertenecer a un partido político. No sólo es denigrante, sino que obligar al
profesor a ser esclavo de una ideología es acabar con lo que debería ser más
puro y transparente de una sociedad. El instructor es un referente social y
obligarlo a hacer proselitismo a cambio de su trabajo, es lo peor en términos
de salubridad que se puede hacer en cualquier grupo humano. Es corromper la
raíz.
Se supone que el docente tiene un encargo social como transformador,
investigador y político, en virtud de que el currículo es político, toda vez
que construye y transforma colectivamente y corresponsablemente el país al
formar nuevos ciudadanos republicanos; como lo señala Simón Rodríguez: maestro
no es el que enseña… sino el que enseña a aprender”.
Farilys Rodríguez
http://www.barinas.net.ve/index.php?p=news&id=1241#sthash.CPjPlNbM.dpuf
http://www.eluniversal.com/opinion/140208/el-docente-venezolano