domingo, 20 de marzo de 2016

Sujeto Docente y su Compromiso Sociopolítico

  

         

           La función del docente como acto público está definida y reconocida en el marco de los estados modernos como una profesión con todo lo que esto implica en el contexto del ámbito sociocultural y sociopolítico. La profesión docente es una práctica que se expresa como correlato de los imaginarios y las comprensiones que las sociedades y comunidades nacionales y regionales tienen de la educación.
         No siempre coinciden los intereses ético-políticos de la sociedad con las prácticas y desarrollos educativos del maestro. Esta diferencia propone una tensión crítica que debe examinarse en todo lo que ella es y representa a partir de las estructuras básicas que la sociedad tiene para el ejercicio de una profesión.
La función del maestro, tal como la conocemos hoy, no ha existido siempre. Realmente los maestros, si bien desde antiguo han cumplido la misma función sustantiva de transmitir la cultura heredada a las jóvenes generaciones, no siempre lo han hecho en el marco de las mismas exigencias sociales, ni tampoco han tenido siempre ante la sociedad la misma responsabilidad que hoy se les exige.
De la educación dependen los imaginarios de progreso colectivo y la construcción simbólica del bienestar social y político y, a través de ella, es posible el desarrollo de la equidad social mediante la circulación y redistribución del conocimiento y las tecnologías, las cuales se han constituido en el nuevo nombre de la riqueza individual y colectiva por las relaciones entre saber y productividad, saber y trabajo y conocimiento y tecnología.
El Docente al igual que cualquier otro miembro de la sociedad representa numerosos papeles o roles de acuerdo con las distintas posiciones que ocupa tanto en su vida particular y privada como en su vida pública y profesional. En el maestro se da la circunstancia de tener que cumplir con una complicada y larga serie de papeles relacionados tan solo con su ocupación, con las funciones que desempeña y que se constituyen fundamentalmente en torno a la transmisión de conocimientos y a la valoración espiritual.
Por otra parte, Martínez (2006) define al maestro sujeto político como: Aquel que es capaz de acciones políticas, con capacidad de agenciar y construir saberes y sujetos autónomos… con voluntad y arriesgo para intervenir en las decisiones sobre lo educativo y la política educativa en los ámbitos de su interacción inmediata: institución, contexto local, regional o nacional.
El docente de hoy debe entrar en los cambios que se han estado dando constantemente en el mundo, la trasformación del currículo debe involucrar la vida de la institución como tal, su compromiso en la educación debe basarse en la formación de ciudadanos capaces de afrontar situaciones políticas, económicas y sociales en su entorno, no cabe duda que el papel protagónico de ejercer este hecho pertenece al docente, comprometido en su labor, ya que su trabajo no se limita a la adquisición de conocimientos sino a un desarrollo integral involucrando todos los sectores que forman el diario vivir.
La labor del docente y su real conciencia de ella. Creo que podemos asumir a cabalidad que la labor del docente formador, enseñante va mucho más allá de su labor como instructor y tiene que ver no sólo con su rol en el entramado social, sino con su compromiso con las personas de sus alumnos, en una interacción cercana y cordial. Es ahí donde se juega toda la relación pedagógica, no sólo la de las personas que están en los roles de profesor y de alumno, sino de la institución escolar completa, añadida a ella además, las instituciones políticas, económicas y sociales interesadas en su quehacer. Es necesario personalizar la relación pedagógica para hacer de ella una comunicación humana.
El desafío ético de la docencia está en correspondencia a los aprendizajes necesarios que hoy deben ser logrados en la escuela, concebido el presente en una visión de futuro.
Finalmente se puede decir que los profesores son sujetos relevantes para el cambio educativo. El papel intelectual y moral que la sociedad les ha asignado es el núcleo de su profesionalidad, cuyos deberes no sólo están establecidos en un convenio o contrato laboral sino, fundamentalmente, los que están concebidos en el proyecto de la modernidad. La ética de la docencia nos permite ver su función social en todo su integralidad, la cual no se reduce a la enseñanza de contenidos académicos, por mejor que se lleve a cabo; la educación es mucho más que el dominio de conocimientos y competencias disciplinares para sortear exámenes en la escuela, pues siendo importante esto para que los educandos salgan airosos en el trayecto escolar, lo trascendente es la formación de la moralidad en los niños y los jóvenes que se enfrentarán no a un mundo armonioso sino a la exclusión, la violencia, el desempleo, la desigualdad social, la pobreza y la corrupción como signos destructivos de una sociedad que frecuentemente está ausente durante el estudio en las aulas. Aquí radica uno de los compromisos éticos de los docentes: someter a crítica y promover la comprensibilidad de las problemáticas cotidianas del entorno, analizadas desde los saberes académicos contenidos en los libros de texto. Es necesario que el educador asuma el rol protagónico que le corresponde y genere estas transformaciones en el contexto socio histórico y cultural en el cual desarrolla su acción pedagógica, en función de lograr una educación integral de niños y jóvenes.






Farilys Rodríguez
http://www.revistadocencia.cl/pdf/20100730163856.pdf


2 comentarios:

  1. Reciba un saludo muy caluroso Farilys, estoy totalmente de acuerdo contigo, el docente no solo tiene la tarea de cumplir con un pensum académico sino que debe ir mucho más allá, que la enseñanza sirva no solo por un rato sino a través de toda la vida de nuestros alumnos. Debemos como docentes convertir todos los obstáculos que se nos presenten en fortalezas y es por eso que tenemos que usar nuestra creatividad, para sortear cualquier dificultad en el logro de desempeñarnos como verdaderos docentes reflexivos.
    Por: María Roxana Cormane

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  2. Saludos cordiales mi estimada Farilys.

    Concuerdo ampliamente contigo en el asunto tan lamentable como lo son los sueldos que devenga el personal docente en Venezuela.

    Son humillantes, indignas, degradantes las condiciones laborales y la remuneración que tolera el profesorado venezolano. Condiciones y remuneración que lejos de provocar incentivo, motivación, alegría, satisfacción, generan la más alta frustración, desesperanza, rabias, desaliento y pocas ganas de trabajar. Como docente en ejercicio profesional, es conmovedor que nuestras conversaciones se traduzcan en un lamento “¿cuando pagarán el bono?”, “¿pagaron la quincena hoy?”, “No me alcanza para nada mi sueldo” y pare de contar. Clamores, tristeza, desolación es el diario de los diálogos y conversaciones entre pasillos, en los departamentos, en la biblioteca… En cualquier sitio del centro educativo, todo se ha convertido en quejas e infortunios.

    Pese a ello, somos docentes, y nuestro deber es educar. Muchos asumimos afanosamente nuestro sagrado deber de enseñar, educar, aún con los infortunios que pasamos. Pero eso no quiere decir, que no sintamos el duro golpe en nuestros bolsillos, no sólo por la falta del ansiado beneficio para suplir nuestras necesidades más básicas, sino del desaliento que provoca no poder cubrirlas.

    Te traigo algunas palabras sabias de Pérez Esclarín (2014):

    “Cada vez estoy más convencido de que, “sin compromiso y sin pasión no es posible la educación”. Hoy se habla mucho de competencias, cambios curriculares, búsqueda de la calidad, formación del profesorado, recursos para el aprendizaje, unión de las familias, comunidades y escuelas, pero lograremos muy poco si no somos capaces de promover en los educadores y en los responsables de la educación la pasión por educar.”

    Retomo un poco lo que comentas en tu Blog:
    “La labor del docente y su real conciencia de ella. Creo que podemos asumir a cabalidad que la labor del docente formador, enseñante va mucho más allá de su labor como instructor y tiene que ver no sólo con su rol en el entramado social, sino con su compromiso con las personas de sus alumnos, en una interacción cercana y cordial.”
    Me pregunto: ¿Cómo encender la pasión en estos momentos de crisis y asumir nuestro compromiso con alteridad, alegría, felicidad?

    REFERENCIAS:

    Pérez Esclarín, A. (2014). Pasión por Educar. Disponible:
    http://antonioperezesclarin.com/2014/09/09/pasion-por-educar/
    [Consulta: 2016, marzo 24]

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